Aquella tarde me empeñé en buscar la plaza donde dicen que Diógenes buscaba con su farol a un hombre honesto. Diógenes el cínico, otra palabra griega para definir la desvergüenza en el mentir. Cenamos en una terraza salmonetes con ensalada, berenjenas fritas y dolmades con tzatziki mientras bebíamos vino de la isla de Santorini y escuchábamos a unos músicos tocar piezas supuestamente griegas pero en realidad, según Kostas, más bien de cine americano para que los turistas las reconozcan.
Fuimos caminando por pequeñas callejas buscando el arco de Adriano hasta que llegamos a la calle Dédalo. "Estamos en la calle Dédalo", dijo Luca. ¡Entonces seguro que estamos perdidos!", contestó Kostas. Y ambos empezaron a reir. ¿Captas la broma?
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